martes, 31 de julio de 2007

(22 abril).........................????????????????????

Tenue y delgado frío baña mi cara.
Sobre mis lágrimas ya no hay más nada.
El viento me acurruca, me estanca;
tú vienes a mí y me matas.

No sé qué hacer ante tu escarcha
y ante tu fuego que me clavas.
Eres tú todo lo que me daña,
eres la espina, eres la zarza.

Que alguien viniera y me abrazara,
que me entendiera, que me librara.
Quisiera dormir sobre esta almohada
y que nunca más despertara.

Quisiera de ti no oír palabra,
quisiera que nunca más me miraras.
Eres tú todo lo que me daña.
Quisiera que alguien me abrazara.

¡¿Dónde están las esperanzas?!
¿Dónde alguien que me amara?
Después de mi llanto ya no hay nada,
sólo las yagas de tus palabras...

TE RECUERDO....

TE RECUERDO COMO CUANDO CAMINABA Y MIS PIES SE UNDÍAN JUNTO CON MIS PALABRAS... TE RECUERDO COMO UNA MAÑANA FRÍA Y DESCALZAS, QUE NO SE IBA ANTES DE QUE ME ABRAZARAS.
TE RECUERDO PORQUE QUIERO RECORDARTE, SIN QUE SEAS MÁS QUE ESO.
PORQUE YA NO TE NECESITO, NO TE QUIERO; ESTÁS YA LEJOS, EN OTRA PARTE, Y SI FUISTE TANTO ¿CÓMO NO RECORDARTE? SÓLO ESO ERES HOY, NADA PARA AMARTE...SÓLO PARA RECORDARTE, NO PARA AMARTE.
Yo digo tu nombre en silencio
y lo siento más lejos que nunca,
tu frialdad me atormenta
y me hace beber la angustia

No me dejes perder
la corriente de tus manos.
No te oigo ni te veo,
es que vas tan lejano.

Los cipreces murmuraron
un frío y madrugador llanto
cuando te ibas distanciando
se hundió mi paz en el llano.

Cómo quisiera el día
ser noche de nuevo;
cómo quisiera junio
volver a ser enero;
cómo quisieran mis manos
robar tu anochecido cuerpo;
cómo quisiera yo
que no huyeras tan lejos.

miércoles, 18 de julio de 2007

SIN TÍTULO

Las noches agrias de ambivalentes pensamientos,
la tórrida briza, que al no olvidarlo me abraza,
una nevisca antes de la madrugada,
el sol tan bajo y el raído tiempo que no se perdona y se arrepiente,
el susidio más borbollante de la espera en su nombre,
que ofrece tanto y no entrega nada,
tanta agua que vive perseguida desde el cielo,
tanta calidez entre el frío duro y yerto,
tanta verdad entre sus brazos embusteros,
tantas esquinas doblando nuestro rastro,
escondiéndome después de mis huellas,
librándome casi de esta obscuridad;
un fuego meciendo mi sombra
y la suya tan lejos del mar...