miércoles, 6 de febrero de 2008

Tu distanciamiento

En mis cristales fui meciendo
las aguas de tu ausencia
tan tenue, tan austera,
tan ligera como el tiempo.

Y lo que ahora son escombros
alguna vez fui yo, permitiendo
que me moldees, que me dibujes
que me reduzcas bajo una nube.

Podía caminar entre este infierno
a desde lejos ver tu luz;
podías disfrazarte de cualquier cosa
y siempre supe que eras tú.

¿Es que a caso el cosmos
no se merecía nuestra sonrisa?
Pensé en olvidarte y casi caigo al lodo;
te esperé con mi fuego que hoy es ceniza.

Sólo deseé que mi plegaria
rozara tus miedos y anhelos
y que lloviera para nosotros,
lejos del sucio hervidero.

Despierto de nuevo en la almohada obscura
entre esta embustera verdad,
entre mi rutina absurda
y tú, al otro lado del mar.

Acepto el infortunio de aire azul
continúa mi tortuoso deambular,
huyendo de este paraje mordaz.
Nada puede dañarme sino tú.

Y no conseguía aceptar
que este sueño intruso
tan lacónico, tan confuso
no se hiciera realidad.

Me robaste preciosos latidos
que sobrevivieron para amarte.
Hoy, estancada mi sangre
vomita palabras sin sentido.

Y me pierdo por las calles,
entre el humo nebuloso,
exigiéndole a todos
que no me hagan recordarte.

Y me ahogo en esta sangre
por tu indiferencia, contaminada.
Los milagros no se apagan
Suceden a cada instante...

viernes, 1 de febrero de 2008

Antes de tu partida...

...Olores putrefactos aromaban mi respiro tan cerca de la tragedia y del llanto,
tan cerca de la catástrofe y su tormenta que poco a poco se hunde en un círculo cenagoso...
De pronto veo tu mano y casi la alcanzo, tan incensiva como el trueno;
traslapada por las marcas de tus actos, como siempre, bizarros e inesperados, justos, necesarios...
Culminan mis letras frente a tu postura, imaginándola,
que por no olvidar se aquietan y se paralizan en mi mostruosa conciencia estos latidos pusilánimes y disipados.
Lejos del melanconioso día se disparó una sonrisa tuya:
y fui capaz de oír el silencio de tus labios quietos;
y pude adivinar tus palabras antes de que ellas huyeran de tu voz;
y podría mirarte un siglo enceguecida....
(antes de tu partida...)


poemilla IV

Se va la vida con todos sus matices,
Sus abismos, sus cornisas peligrosas.
Aquí muero sin morir aún,
Aquí mi respiro agoniza.
Mi destino no fuiste tú,
Mas la vida misma es una prosa
Que se escribe día a día.