lunes, 30 de abril de 2007

DESPUÉS DE TODO NADA...

Tú me adivinaste, embriagada
luna de sonrisas deslumbradas.
Todo muere finalmente,
enferma, agoniza, fallece.
llanto y ausencia amarga,
inviernos que ahogan mi cara.
El instante de la muerte
frente a mí se detiene.
Después del beso, mi boca inerte,
despedirte, enterrarte, perderte;
y después de todo queda nada,
después del cuento no hay palabra.

miércoles, 25 de abril de 2007

Continuación del cuento anterior

....Me acerqué y encontré a Alicia con dos hombres sobre una colchoneta desordenada, uno de ellos era Luciano. Al resto parecía no importarle, pero sentí un puñal atravesar mi pecho y mi respiro se detuvo de pronto. Busqué la salida, no sé si de aquella casa o del espectáculo que había visto. Alguien intentó detenerme aprisionando mi brazo izquierdo y adquirí una fuerza para librarme que nunca supe de dónde venía: _ Déjame_ grité desesperada. Corrí mientras la noche me empapaba con su lluvia y me tragaban las esquinas, sin tener idea de mi destino. No lloré, pero mis lágrimas saltaban por mis mejillas maquinalmente y me detuve sobre la raíz de un árbol. Estaba a mi lado Luciano, inquietante, sus latidos se hacían sentir enérgicos, como el trote de un caballo asustado; me dijo: _ ¡Corre, corre!_ ¡¿Por qué?! _ Le contesté de inmediato_ ¡Nos persiguen! _ dijo tomando mi brazo izquierdo con rapidez y astucia, y me agregó a su huida. No alcancé a mirar atrás, pero cuando me detuve para hacerlo, un escalofrío recorrió mi carne velozmente y mi cigarrillo resbaló entre mis dedos, apagándose en la poza de agua sobre la que nos habíamos detenido: una sombra espantosa y deforme se detenía frente a mí, no me atreví a pensar que se trataba de un hombre, porque su aspecto era aterrador y la noche no me dejaba distinguir su rostro. Más atrás venían dos más corriendo hacia nosotros y nos acorralaron bajo la sombra de la pandereta. Antes que todo, sentí una suavidad fría e inerte acariciar mi cuello y me detuve pasmada, sobrellevando un pavor indescifrable. Luciano no alcanzó a gritar cuando ya había caído a la poza moribundo, su camisa blanca adquiría en el vientre un color rosado, casi rojo que se expandía y mi mirada se detuvo ahí. El machete había atravesado mi garganta y había chocado con la pandereta que estaba detrás de mí. Sin embargo, yo no lo había notado y lo que pensé que corría por mi pecho no era lluvia, sino aquel líquido tibio que escapaba de mi garganta. Intenté gritar, pero mi voz enflaquecía y no alcanzaba a oírse. Aquellos casi hombres se llevaban nuestras pertenencias y tumbada en la vereda mojada desvanecí lentamente hasta no resistir un respiro más.
Abrí los ojos y traté de mirar alrededor, todo era blanco y negro. Me levanté enseguida y un suspiro me devolvió la estabilidad perdida. Bajé las escaleras. Alicia estaba casi dormida en el sillón, al resto parecía no llamarle la atención. Caminé hacia el baño y tropecé con un vaso de vino que se derramó en el piso. Algo me parecía extraño. Entré al baño, vomité todo cuanto había en mi estómago… oí unas voces venir de la habitación colindante que, más que voces, parecían alaridos. Imaginé algo horrible, como si estuvieran torturando a alguien y salí impulsivamente.

martes, 24 de abril de 2007

CUENTO (AÚN SIN TÍTULO)

Abrí los ojos y todo era blanco y negro, como una arcaica foto. No había luz, sólo reflejos ocasionales provocados por algún vehículo que a ratos transitaba por la avenida aledaña. Las casas parecían fallecidas y las calles albergaban, húmedas, algún ladrido contagioso. Me levanté enseguida y recobré la energía perdida hacía un rato, entonces bajé la escalera media mareada y me instalé nuevamente en el sillón, quedando apenas espacio para otro lugar. Allí seguían esas caras, sólo que más aturdidas que cuando había subido a la cama para recuperar mi movilidad, y dije: _ ¿Qué ha sucedido?_ Pero nadie atendió a mi voz aún perturbada por el vicio; y me sentí por un segundo inservible y disminuida. Alicia parecía abatida y ya no pronunciaba palabra, incomunicada comenzó a cerrar los ojos y a nadie le llamó la atención. Caminé hacia el baño para desalojar cuanto veneno se me había introducido en el estómago y tropecé con un vaso de vino que se derramó en el piso. Entré al baño, intenté cerrar la puerta de madera deteriorada y forcejeé la manilla para asegurarme de que nadie entrara. Antes de inclinarme, levanté la tapa bruscamente y sostuve mi cabello despeinado tras mis orejas para no mancharlo; entonces un impulso monstruoso comenzó a empujar mis entrañas, sintiendo como si mi estómago quisiera salir disparado y, haciendo ruido involuntario, escapó de mi garganta un líquido amarillento que además traía consigo pedacitos gelatinosos y malolientes, que se detenían flotando en el estanque de orina acumulada. Estuve allí más de cinco minutos y me enderecé cuando ya no tenía nada más que expulsar por mi boca pegajosa. Me lavé la cara, la boca, las manos, y el agua helada adormecía mi piel mojada. Ajusté las mangas de mi chaleco para secarme, entonces oí voces venir de la habitación colindante que, más que voces, parecían alaridos. Imaginé algo horrible, como si estuvieran torturando a alguien y salí impulsivamente. Aún mi postura se balanceaba al caminar y mi hombro derecho se estrelló contra la pared. Entré y los alaridos se hacían claros: eran dos personas, o tres. Me acerqué y encontré ...

martes, 17 de abril de 2007

POEMILLA

A veces enmudezco absurdamente
Cuando tu voz llega a mi oído,
Temiendo a mis palabras callo
Y aterriza a mi lado el abismo

jueves, 12 de abril de 2007

SIN VUELTA ATRÁS

Arrepentidos los meses pasan,
esos benditos que palparon tu aliento.
Ahora vomita mi mano palabras,
Se acerca endeble una esperanza.
Centelleante pasan los sueños
Rozando el frío de mi cara,
Pudiendo atraparlos no los retengo
Y terminan en mi intento muriendo.
Arrepentidos los años amenazan
Con llevarse tu sombra lejos
Tanto que mi sol no la alcanza
tanto que nunca más la mirara.
Y a esta rutina la hago recuerdo
Porque de ti nada más tengo,
Arrepentidos los años pasan
Matando, ligeros, mi esperanza.

jueves, 5 de abril de 2007

He oído una voz llamando mi nombre
Derritiendo mis silencios, caminando,
Fue como si se viniera aproximando
Un cárneo espectro de hombre.
¡Eras tú! Motivo de mi espera,
Farol de mi senda,
Puente de mi abismo,
Eras tú: sonriente y altivo.