miércoles, 25 de abril de 2007

Continuación del cuento anterior

....Me acerqué y encontré a Alicia con dos hombres sobre una colchoneta desordenada, uno de ellos era Luciano. Al resto parecía no importarle, pero sentí un puñal atravesar mi pecho y mi respiro se detuvo de pronto. Busqué la salida, no sé si de aquella casa o del espectáculo que había visto. Alguien intentó detenerme aprisionando mi brazo izquierdo y adquirí una fuerza para librarme que nunca supe de dónde venía: _ Déjame_ grité desesperada. Corrí mientras la noche me empapaba con su lluvia y me tragaban las esquinas, sin tener idea de mi destino. No lloré, pero mis lágrimas saltaban por mis mejillas maquinalmente y me detuve sobre la raíz de un árbol. Estaba a mi lado Luciano, inquietante, sus latidos se hacían sentir enérgicos, como el trote de un caballo asustado; me dijo: _ ¡Corre, corre!_ ¡¿Por qué?! _ Le contesté de inmediato_ ¡Nos persiguen! _ dijo tomando mi brazo izquierdo con rapidez y astucia, y me agregó a su huida. No alcancé a mirar atrás, pero cuando me detuve para hacerlo, un escalofrío recorrió mi carne velozmente y mi cigarrillo resbaló entre mis dedos, apagándose en la poza de agua sobre la que nos habíamos detenido: una sombra espantosa y deforme se detenía frente a mí, no me atreví a pensar que se trataba de un hombre, porque su aspecto era aterrador y la noche no me dejaba distinguir su rostro. Más atrás venían dos más corriendo hacia nosotros y nos acorralaron bajo la sombra de la pandereta. Antes que todo, sentí una suavidad fría e inerte acariciar mi cuello y me detuve pasmada, sobrellevando un pavor indescifrable. Luciano no alcanzó a gritar cuando ya había caído a la poza moribundo, su camisa blanca adquiría en el vientre un color rosado, casi rojo que se expandía y mi mirada se detuvo ahí. El machete había atravesado mi garganta y había chocado con la pandereta que estaba detrás de mí. Sin embargo, yo no lo había notado y lo que pensé que corría por mi pecho no era lluvia, sino aquel líquido tibio que escapaba de mi garganta. Intenté gritar, pero mi voz enflaquecía y no alcanzaba a oírse. Aquellos casi hombres se llevaban nuestras pertenencias y tumbada en la vereda mojada desvanecí lentamente hasta no resistir un respiro más.
Abrí los ojos y traté de mirar alrededor, todo era blanco y negro. Me levanté enseguida y un suspiro me devolvió la estabilidad perdida. Bajé las escaleras. Alicia estaba casi dormida en el sillón, al resto parecía no llamarle la atención. Caminé hacia el baño y tropecé con un vaso de vino que se derramó en el piso. Algo me parecía extraño. Entré al baño, vomité todo cuanto había en mi estómago… oí unas voces venir de la habitación colindante que, más que voces, parecían alaridos. Imaginé algo horrible, como si estuvieran torturando a alguien y salí impulsivamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mira esta lindo el poema por su melancolia .tu sueño esta perturbador , porque me perturbo, me confundio y me entristecio....lograste el objetivo...
te mando un abrazo aunque no te vea nunca...se cuida