Yo digo tu nombre en silencio
y lo siento más lejos que nunca,
tu frialdad me atormenta
y me hace beber la angustia
No me dejes perder
la corriente de tus manos.
No te oigo ni te veo,
es que vas tan lejano.
Los cipreces murmuraron
un frío y madrugador llanto
cuando te ibas distanciando
se hundió mi paz en el llano.
Cómo quisiera el día
ser noche de nuevo;
cómo quisiera junio
volver a ser enero;
cómo quisieran mis manos
robar tu anochecido cuerpo;
cómo quisiera yo
que no huyeras tan lejos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario