Estas mismas calles que ayer aplastamos con nuestros pies,
imploran hoy una nueva luna sobre nosotras,
Reclaman aquella oscuridad que hacia sombra en nuestros cuerpos,
en nuestra, a veces, ebriosa carne
que tan ingenua y tenaz vivía por un sueño,
las sonrisas dejaron surcos en nuestros rostros
y las bocas exigen el sabor morado de los vasos…
Estas mismas calles que ayer se dibujaban para nosotras
nos miran infaustas y nostálgicas,
por lo que dejamos inconcluso,
por lo que hoy no son más que veredas,
a veces húmedas de lluvias,
a veces desecadas por las tardes de enero,
llenas de nuestra ausencia,
silenciando el deseo de guarecernos de nuevo
bebiendo, fumando:
“viviendo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario